No luches contra la ansiedad. Acéptala.

En mis años sintiendo ansiedad lo que más hacía era luchar contra ella. Era una guerra constante y permanente. Día y noche. Luchando y controlando todos y cada uno de mis pensamientos ansiosos. Acababa agotada. Me decían ”debes dejar de luchar contra ella” y era una frase que no lograba entender. ¿Cómo voy a dejar de luchar si quiero y necesito eliminar la ansiedad de mi vida?

Ya cansada de tanta lucha y de tanto control, decidí rendirme a ella, para ver qué podía pasar si dejaba de luchar. Rendirse no es resignarse. Rendirse es sencillamente no luchar, dejarla estar y observar.

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¿Cómo dejar de luchar?

Imagínate que hoy deseas que haga sol, un sol radiante, porque tú hoy habías planeado salir a pasear al parque bajo el cálido y brillante sol. Amaneciste y…¡vaya! llueve, no hay ni un sólo claro en todo el cielo. Está cubierto por un manto espeso y denso de nubes.

¿Qué opciones tienes?

  1. Enfadarte muchísimo y entrar en un discurso del tipo ”¡que día más feo!, ¡odio vivir en un lugar que llueve a menudo!, ¡odio la lluvia, lloviendo no se puede hacer nada!!!!”
  2. Victimizarte y entrar en el discurso tipo ”siempre que planeo algo con ilusión se me fastidia…, soy un desgraciado, todo me sale mal”.
  3. Aceptar que llueve y adaptarte al día lluvioso sabiendo que posiblemente en breve saldrá el sol.

Algo parecido nos pasa con nuestros pensamientos, cuando sentimos ansiedad, sentimos emociones y sensaciones físicas muy desagradables y lo que queremos es que desaparezcan de inmediato y cambien a algo que nos haga sentirnos mucho mejor. Si en lugar de enfadarnos con ellas o victimizarnos, nos responsabilizamos y nos rendimos a ellas, dejando que pasen, como si se tratase de una tormenta, pasarán. Y no nos sentiremos después frustrados por haber luchado sin lograr haber vencido la batalla.

Por lo tanto, cuando sientas emociones desagradables y pensamientos negativos no luches, ríndete:

  • Respira profundamente y siente tu respiración de manera más consciente.
  • Intenta observar la situación, las emociones y los pensamientos desde fuera, como si fueras un espectador, obsérvate sin juzgar.
  • Deja que pasen las sensaciones desagradables, siéntelas, vívelas, respiralas…que sean muy feas y desagradables no significa que vaya a pasarte nada malo. Son sólo sensaciones.
  • Deja que pasen los pensamientos negativos, obsérvalos, y déjalos marchar, los pensamientos vienen y van, todos. No vienen para quedarse.
  • Dales lugar a esos pensamientos y esas emociones, verás, que si te rindes a ellas, no son tan molestas, ni pueden convertirse en nada grave.

Todo pasa, cuando sentimos ansiedad, nos creemos que llega para quedarse anclada en nuestro cuerpo y en nuestra mente de manera permanente y eso no es así. Aprende a ver la ansiedad como la lluvia, tan necesaria para que todo funcione, para hacer florecer nuestra tierra…el Sol es precioso y a todos nos encantan los días soleados, pero sin los días de tormenta no podríamos disfrutar de la calma con aire fresco y renovado que nos deja la lluvia, ni ver crecer fuerte los árboles y las plantas.

Tus tormentas interiores, son necesarias, te hacen fortalecer y te hacen descubrirte. Ríndete a tu propia lluvia, llora…que al cabo de unos instantes, volverás a sentir la calma, ni que sea por pequeños instantes.

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